En 2025, el Consorcio Regional de Transportes de Madrd (CRTM) celebra sus 40 años de existencia. Fundado en 1985, este organismo ha sido clave para que la capital y su región cuenten hoy con uno de los sistemas de transporte más completos y coordinados de Europa. Metro, autobuses urbanos e interurbanos, trenes de Cercanías, tranvías y hasta el teleférico han convivido bajo un mismo paraguas, con un objetivo claro: integrar la movilidad de millones de madrileños y visitantes cada día.
1985: el origen de una idea necesaria
Hasta mediados de los años 80, el transporte madrileño estaba fragmentado. El Metro de Madrid, los autobuses de la EMT, las líneas interurbanas y los trenes de Cercanías funcionaban sin coordinación en horarios, tarifas ni planificación. Esto generaba duplicidades, falta de eficiencia y un gran inconveniente para los usuarios, que debían pagar varios billetes para completar un mismo trayecto.
El 1 de julio de 1985, la Comunidad de Madrid creó el Consorcio Regional de Transportes, con el reto de coordinar, planificar y unificar el sistema de transporte público en la región. Desde el principio, el modelo se inspiró en experiencias europeas como las de Londres o Berlín, que ya apostaban por la gestión integrada.
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Se creó un sistema zonal (A, B1, B2, etc.), que sigue vigente hoy. 
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Los usuarios podían viajar en Metro, EMT, interurbanos y Cercanías sin comprar billetes diferentes. 
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Facilitó la movilidad intermodal y fomentó el uso del transporte público. 
Con el tiempo, el abono se fue adaptando a distintos colectivos: jóvenes, mayores, personas con discapacidad y, más tarde, el abono joven hasta los 26 años, que en 2015 se estableció a un precio reducido único para toda la región.
Expansión y modernización del transporte madrileño
A lo largo de las décadas, el CRTM ha estado detrás de las grandes transformaciones del transporte madrileño:
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Década de 1990: impulso a la expansión del Metro, con ampliaciones de la L9, L10 y la creación de nuevas líneas como la 11. 
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2000-2007: la gran explosión del metro madrileño, con más de 90 km nuevos, la llegada de la L8 al aeropuerto y la prolongación de líneas clave como la 10 hasta Hospital Infanta Sofía. 
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2007-2011: creación de los Metros Ligeros (ML1, ML2, ML3), integrados en el sistema CRTM. 
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Década de 2010: digitalización de servicios, llegada de la tarjeta sin contacto Tarjeta Transporte Público (TTP) y aplicaciones móviles. 
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2020 en adelante: apuesta por la movilidad sostenible, integración con bicicletas eléctricas (BiciMAD), fomento de autobuses eléctricos y planes de descarbonización. 
El consorcio como modelo de gestión
En estos 40 años, el CRTM ha logrado varios hitos que lo convierten en un referente internacional:
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Planificación integrada: todas las ampliaciones del Metro, remodelaciones de EMT y mejoras en Cercanías han pasado por su supervisión. 
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Tarjeta única: un sistema de abono zonal que permite acceder a más de 40 operadores de transporte con un mismo soporte. 
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Sostenibilidad: compromiso con la reducción de emisiones y el fomento de modos de transporte menos contaminantes. 
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Atención al usuario: a través de oficinas de atención, apps y un sistema de información cada vez más en tiempo real. 
Ciudades latinoamericanas como Santiago de Chile, Ciudad de México o Buenos Aires han tomado nota de la experiencia madrileña a la hora de diseñar sus propios sistemas integrados.
En 2025, al cumplir 40 años, el Consorcio mira hacia el futuro con varios desafíos por delante:
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Automatización del Metro, con la L6 y L11 a la cabeza. 
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Movilidad verde, ampliando la flota de autobuses eléctricos y de bajas emisiones. 
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Integración de nuevas formas de transporte, como patinetes y bicicletas compartidas. 
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Digitalización total, con billetes y abonos 100% en soporte móvil. 
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Expansión metropolitana, para seguir dando servicio a una región en constante crecimiento. 
De aquellos primeros años del abono en papel a la tarjeta sin contacto y los planes de movilidad sostenible, el CRTM demuestra que la movilidad es un servicio esencial que evoluciona junto a la sociedad.
Hoy, 40 años después, el reto es mayor que nunca: garantizar un transporte público eficiente, verde y universal, que siga siendo la columna vertebral de Madrid en el siglo XXI.
En casi 40 años, el transporte madrileño ha pasado de ser un sistema fragmentado, con poca accesibilidad y tecnología básica, a convertirse en un modelo de movilidad integrada, digitalizada y sostenible.
Si en 1987 el gran avance fue el abono transporte en papel, en 2025 lo es la posibilidad de moverse por toda la Comunidad con una tarjeta inteligente o incluso con el móvil, usando un sistema que conecta metro, bus, tren, bici y nuevas formas de transporte.
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