De farolillos a minimalismo: la evolución estética de la Línea 6 del Metro de Madrid


La Línea 6 del Metro de Madrid, conocida como la “circular”, no solo destaca por su funcionalidad como arteria de conexión en la red suburbana. También ha tenido una historia estética peculiar, marcada por elementos decorativos únicos que la distinguieron en sus primeros años. Uno de los más recordados por los viajeros habituales y nostálgicos del metro madrileño son los farolillos que adornaron varias de sus estaciones durante décadas.

¿Qué eran los “farolillos” de la Línea 6?

Los “farolillos” eran lámparas murales con forma de linterna o candil, inspiradas en diseños tradicionales, que se instalaron en estaciones como Oporto, Alto de Extremadura, Laguna, Príncipe Pío o Ciudad Universitaria tras la inauguración del primer tramo de la Línea 6 en los años 70.

Se trataba de apliques de luz metálicos, generalmente negros o color hierro forjado, anclados a la pared del andén o a pilares. Imitaban estéticamente a los faroles de gas del siglo XIX, pero con bombillas eléctricas ocultas tras tulipas opacas.

Aunque hoy podrían parecer anacrónicos, en su momento fueron un símbolo de elegancia y singularidad: cada estación tenía una temática propia, y los farolillos reforzaban esa identidad individual.


La Línea 6 comenzó a operar en 1979 (tramo Cuatro Caminos – Pacífico), con posteriores ampliaciones hasta completarse el anillo en 1995. Esta línea fue un experimento estético dentro del Metro de Madrid:

Muchas estaciones se diseñaron con una arquitectura sobria, profunda, con grandes bóvedas de hormigón armado.

Se buscaba, al mismo tiempo, ofrecer una ambientación más cálida, alejada del aspecto frío e industrial de las líneas 1 o 5.


Así nacieron elementos ornamentales como los azulejos color tierra, bancos de madera barnizada, luminarias decorativas y los famosos farolillos.


En estaciones como Lago y Batán, también se utilizaron paneles cerámicos que imitaban piedra o ladrillo, en sintonía con ese enfoque clásico-castizo.


A finales de los años 90 y especialmente durante los Planes de Modernización del Metro entre 2003 y 2007, la estética del suburbano madrileño dio un giro hacia lo funcional, higiénico y minimalista:

Se eliminaron elementos decorativos considerados innecesarios o costosos de mantener.

Las paredes pasaron a revestirse con paneles lisos de aluminio o melamina, colores neutros y formas planas.

Se instalaron luminarias industriales empotradas, mucho más potentes pero sin ningún valor ornamental.


Los farolillos fueron retirados progresivamente por varias razones:

1. Mantenimiento complejo: eran frágiles, acumulaban polvo, y algunas bombillas eran difíciles de reemplazar.


2. Riesgos de vandalismo: al estar al alcance de la mano, eran blancos frecuentes de golpes o robos.


3. Estética obsoleta: Metro adoptó una visión moderna basada en líneas limpias y materiales sintéticos.


Para 2010, casi no quedaban farolillos originales en ninguna estación. Solo algunas estaciones como Ciudad Universitaria o Oporto conservaron durante un tiempo estructuras parecidas, pero ya sin función lumínica.


El contraste con estaciones modernas:

Hoy en día, las estaciones de L6 se dividen en tres grandes estéticas:

1. Estilo clásico-mural (1979–1990): azulejos marrones o naranjas, estructuras metálicas oscuras. Antiguamente con farolillos. Ejemplo: Príncipe Pío.


2. Estilo funcional (1995–2010): paneles lisos en azul, verde o blanco, suelos de granito gris, señalética estándar. Ejemplo: Laguna, Méndez Álvaro.

3. Estilo renovado (2015–presente): reformas integrales con ascensores, accesibilidad, pantallas digitales, iluminación LED. Ejemplo: Sainz de Baranda, Moncloa (parte nueva).


La Nostalgia de luz cálida:

Los farolillos de la Línea 6 no eran meros objetos utilitarios. Representaban una época en que el metro buscaba humanizar sus espacios, darles un toque de personalidad, e incluso acercarse al diseño urbano de superficie.

Para muchos usuarios veteranos, aquellos farolillos evocaban calidez, calma, y una conexión con el Madrid antiguo. Su desaparición, aunque lógica desde el punto de vista técnico, se sintió como la pérdida de una seña de identidad.


¿Vuelven las estéticas con carácter?

En los últimos años, se observa un pequeño renacimiento de estaciones con diseño único. Algunas nuevas (como Gran Vía o la futura L11) integran arte mural, iluminación decorativa o revestimientos cerámicos personalizados. Aunque no se espera el regreso de los farolillos, sí se valora más el equilibrio entre eficiencia y belleza.


La historia de los farolillos en la Línea 6 es una muestra del tránsito que ha vivido el Metro de Madrid: de lo artesanal y decorativo, a lo funcional y tecnológico. Aunque su tiempo ha pasado, los farolillos siguen vivos en la memoria de quienes vivieron esa etapa más cercana, cálida y humana del suburbano madrileño.

Quizás el futuro del metro no sea volver atrás, pero sí aprender del pasado: que el diseño también puede hacer más habitable y humano un espacio tan cotidiano como el andén.


Algunos testimonios de memoria urbana:

En foros y redes, muchos usuarios recuerdan con nostalgia esa atmósfera:

“Todavía recuerdo esos vagones… con farolillos que le daban un encanto especial.”

“Una pena haber perdido todos los azulejos y farolillos de las estaciones antiguas 💔”  




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